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Travesía para conseguir cigarrillo en las fronteras del Ecuador

  • Foto del escritor: DIEGO FERNANDO UCHUARY CABRERA
    DIEGO FERNANDO UCHUARY CABRERA
  • 3 feb 2021
  • 5 Min. de lectura

El contrabando cada día crece más y los controles de seguridad en las fronteras del norte y sur de Ecuador son minúsculos. Al país entran productos como licores, perfumes, electrodomésticos, ropa, artículos de belleza, celulares, textiles, entre otros.

No es alarmante decir que, en todas las ciudades todo lo que se compre, proviene del contrabando. Algunos productos se venden a precios muy altos como los legales siendo la ganancia solo para los comerciantes quienes son los que infringen la ley. Lo malo es que eso no beneficia a la persona que adquiere los productos, pues no saben la verdadera proveniencia de los mismos.


El marlboro doble capsula y el marlboro rojo, son las cigarrilos que tiene más demanda en el mercado

Sin embargo, los sectores afectados por el contrabando son varios en el país, la producción de cigarrillos dentro de Ecuador, es una de las que se considera más quebrantadas tanto por los costosos impuestos que paga, la mayoría de los productos que entran ilegales son procedentes principalmente de China. Por esto las industrias nacionales tabaqueras piden mayor control a las autoridades para que el índice de contrabando disminuya.

El comercio informal no da tregua y ha crecido de manera impresionante en los últimos tres años. En la esquina de las calles 10 de agosto y 18 de noviembre, en el centro de la ciudad de Loja, se pueden ver hasta seis vendedores ambulantes de cigarrillos. Aquí se puede encontrar dichas cajetillas que entran por contrabando en precios cómodos al público, desde $1,50 hasta $2,00, dependiendo de las distintas marcas, mientras que, el cigarrillo que circula con los debidos permisos e impuestos, la más económica llega a costar alrededor de $5.40.

Stefania Cuenca trabaja aproximadamente 4 años en la comercialización del cigarrillo, tiene 24 años de edad y vive en el barrio Carigan de la ciudad de Loja. Es madre soltera, tiene 2 hijos, Sebastián de tres años y Analie de siete. Cuando sale a laborar, los pequeños se quedan en cuidado de su abuela, a pesar que ella menciona que, “me da mucha tristeza dejarlos alrededor de dos o tres días, pero estoy en la obligación de hacerlo, pues soy la única fuente de ingresos que existe en mi hogar”.

Antes de salir, comenta que debe hacer un sondeo de los precios, pues cada semana varían, luego decide a qué zona fronteriza cumplirá con su travesía. Existe la frontera norte (Tulcán) como también la frontera del sur del país (Huaquillas). En esta oportunidad ella viajará a Huaquillas con fe de que todo salga bien y pueda regresar con su mercadería.

Todos los días sábados parte desde el Terminal Terrestre de Loja, inicia su viaje en una cooperativa, la misma que la llevará hasta Arenillas, cantón de la provincia de El Oro, aquí debe tomar un nuevo bus para al fin llegar al cantón Huaquillas después de 8 horas de recorrido. Una vez ya en la frontera del vecino país de Perú, debe realizar los contactos correspondientes y analizar cómo en esta vez va a pasar la mercadería, pues los controles de la aduana están más estrictos por el cierre del puente Internacional.

Luego de un tiempo de espera se encuentra con Araceli, esta persona será quien le guíe por los trayectos para pasar la frontera hasta llegar donde estén situados los expendedores. Una vez ya el contacto con los mayoristas compra varias pacas, una de cada marca de las que afirma que más se vende en Loja. Cancelando alrededor de $10.000 dólares. Comenta que cuando empezó este negocio, lo hizo con un capital de $1,500 dólares, le tocaba comprar de a poco hasta que logró afianzarse.

Comenta que su mayor temor es que sufra algún percance o atentado por la cantidad de dinero que maneja, afirma que “algunos colegas del negocio han perdido toda su capital por confiar en personas que al final les asaltan, es más, una vez existió hasta un asesinato”

Una vez comprado el tabaco, Stefania debe pagar a personas denominadas “pasadores” quienes son los encargados de trasladar todo tipo de productos que entran por la frontera. Estos además tienen colaboradores los mismos que transitan por vías alternas, quienes son los encargados de avisar si más adelante existen retenes aduaneros, está vez Stefania corrió con suerte pues a la altura de Aguas verdes, distrito de Tumbes-Perú, todo ese cargamento que se trae en camionetas pasa a camiones, los cuales serán camuflados con frutas o verduras.




Una vez ya de vuelta a Huaquillas, los transportistas quienes conducen los camiones, están obligados a pasar por el retén aduanero situado en “Chacras”, pero ello se garantiza que la mercadería llegué sin ningún problema, por ende, cobran gran cantidad por el transporte a cada uno de los comerciantes quienes envían su mercadería con la plena confianza de que no pase nada malo. Es un deber para ellos camuflar cada una de las cajas muy, y si por alguna razón son descubiertos, se ven obligados a sobornar, a pesar que algunos ya se han hecho conocidos de los agentes aduaneros que laboran en dicho lugar, esto es producto del tiempo que llevan laborando dentro de este oficio.

Stefania esta vez encuentra un boleto que la llevará directo a la ciudad de Loja, evitando hacer escala en Arenillas. Ella viene contenta porque ha salido todo bien, pero también se nota preocupada pues desea saber si su encomienda está avanzando sin ningún problema. Son las 8 de la noche y el bus en que viene ella decide parar, aquí los pasajeros deciden si meriendan o no. Ella no lo hace pues dice sentirse fatigada y cuando está así la comida le viene mal. Más bien aprovecha para llamar al encargado de los “pasadores” y consultar si no tuvieron inconvenientes. Recibe la noticia que todo salió bien y se le marca una pequeña sonrisa en sus labios.

Luego de que la mayoría de pasajeros merendaron, incluidos el chofer y el ayudante del bus, retoman su camino. Ella al fin logra dormir, pues la preocupación ya pasó a segundo plano. La cooperativa está de vuelta en el Terminal Terrestre y de a poco los pasajeros van abandonando el bus, Stefania va a comer en un restaurante para luego dirigirse a sacar dinero de un cajero, debe aún cancelar algunos fletes para finalmente llevar sus cigarrillos a su casa.

Ahora se dirigirá al puerto Seco, ubicado en la Vía de Integración Barrial Ángel Felicísimo Rojas, la altura del barrio El Plateado, ahí será el lugar donde lleguen los camiones para hacer de descarga de frutas y verduras y posteriormente de las cajas de cigarrillo, se observa que otros camiones también trajeron cajas de licores y ciertos paquetes de calzado.

Aquí ya el peligro de ser despojados de sus productos es mínimo, Stefania contrata una camioneta y paga a un par de jóvenes que suban todos sus cartones a la misma, ahora si se dirige por fin a su casa. Son aproximadamente las 10 de la mañana. Ella menciona que debe salir a entregar muchas ruedas de cigarrillos en tiendas, licoreras y a personas que compran para consumo personal. Cuenta que tiene clientes como doctores y abogados que una rueda de cigarrillos (la rueda trae 200 tabacos) se la terminan en menos de una semana.

Aquí termina la crónica de la travesía que debe esta comerciante pasar cada semana, el peligro está a la vuelta de la esquina, pero esas son las desventajas del oficio. Finalmente nos comenta que algún día espera poder encontrar otro trabajo, a pesar que las ganancias son buenas, ella desea tener más espacio con sus hijos, siente que no les está dando el tiempo necesario para darles su atención de madre.

 
 
 

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